OLVIDARME DE TUS MANOS, NUNCA.

Llegué a ti una noche como puzle desmontado y tú, te comprometiste en su montaje. Esparcimos juntos las piezas de mi vida por todos los rincones del alma. Una a una las fuimos colocando en pequeños montoncitos se`parados por tonos, por colores; los bordes con los bordes, algunas piezas eran parecidas a muñecos y otras tenían formas muy amorfas.
También cojistes las que escondían mis alegrías y mis lamentos y el pasado huérfano del tuyo.
Como con el poder del mismo Dios empezaste un buen día su engranaje, En tus ratos libres me dedicabas, minutos, segundos, instantes, nada más.
Cada trocito del puzle era insustituible, nada podía suplantar a nada ni a nadie y encajabas a todas, una a una.
Me diste la estructura que ahora poseo, la fuerza y la seguridad de que ahora dispongo, la alegría de sentirme cada día más completa y sobretodo, una existencia nueva, por mí misma olvidada.
Jamás podré olvidarme de tus manos cuando sin pensarlo empezaste a recrear la historia de mi vida.