LO QUE AQUÍ JAMÁS PUDO SER.
Ya el reloj va restando horas,
corre cada día más aprisa,
¿quién lo podrá deterner?
Cogida de la mano del tiempo,
pasan mis días, sin fortuna alguna,
sólo el saber que estoy aquí, sin más,
pero si él corre, yo lo hago aún más aprisa...
Mi rostro envejece día a día
sin la esperanza de poder conservar
lo que hace unos meses fué.
Mis manos se van deteriorando
-cada día me cuesta más darle
la soltura a mis dedos,
la misma que un día tuvieron-,
me miro en el espejo del alma y ella...
ella también corre con el tiempo.
Creía que ella quedaría
como una vez la observé,
pero... ¡que tontos somos si nos creemos
que para ella no pasa nunca el tiempo!
Más allá, me he visto abrazándote
y tú, sintiéndome,
porque aunque esta vida es corta
-no precisamente para mí,
cada día se me hace más largo su caminar-,
dejaré el amor que me queda...
dentro de ti, entonces despertarás
y yo igual que tú,
a una nueva ventana de otro amanecer...
Ojalá las cosas hubiesen sido distintas,
te invitaría a tomar algún refresco
en mi playa a la luz de la luna
en pleno verano,
hablaríamos de todo y todos,
sonreiríamos y veríamos
como el cielo cambia
cuando van asomando
los primeros rayos de ese sol
al cual admiro.
Me voy marchando sin querer,
pero dejaré mi amor para ti
y algún sueño por cumplir,
pero quizás, más allá,
cuando despertemos,
nos encontraremos viviendo
lo que un día aquí jamás pudo ser.
Etiquetas: Poesía.
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