ALGUNAS PERSONAS, NO LO DUDES, SON PARA LA ETERNIDAD.

Algunas veces encuentras en la vida un alguien muy especial, esa persona que cuando entra en tu vida la vuelve al revés, la cambia por completo. Aquella que te hace reir sin cesar y sin más motivo que ver en ti una sonrisa; alguien que te hace creer que en este mundo existen realmente cosas que merecen en verdad la pena. Una persona muy especial que te intenta convencer de que hay una puerta lista para que tú la abras. Ese alguien tan especial es...una amistad eterna.
Cuando ve que estás triste y el mundo parece oscuro y vacío para ti, levanta tu ánimo y hace que ese mundo oscuro y vacío de repente parezca brillante y pleno. Alguien te ayuda en los momentos difíciles, tristes y de gran confusión.
Si te alejas... siempre te sigue.
Si pierdes el camino... te guía y te alegra, te lleva de la mano y te dice que todo va a salir bien.
Si tú encuentras alguien así y te sientes feliz, llena de gozo porque no tienes nada de qué preocuparte, no lo dudes jamás, tienes una amistad para toda la vida, ya que una amistad eterna... no tendrá fin.
Aprovecha la oportunad que te ofrece la vida y el destino si alguna vez en tu caminar encuentras a alguien tan especial, quiérelo, entrégale tus manos para que cojiéndose a ellas y caminéis juntos aunque el camino tenga obstáculos, contenga piedras y sea difícil dar el siguiente paso para seguir andando, nunca te soltará.

TU RISA Y LA MÍA.

Poeta,
ya sé que tu risa es la mía
y la voz es la que se adelgaza
para decir tus miedos
y el susurro imperceptible
o el llanto que afirma esa pena
¡que no se va!
o el verso que no llega
porque a veces padecemos
de sequía
y nada fluye para aliviarnos la sed.
Nos volvemos secos,
cactus espinosos
que sólo muestran la espina
que se asoma sobre las heridas,
orgullosamente erguidas
listas para pinchar
a quien se acerque.
Ya sé,
que padecemos del mismo mal,
sin escribir nos morimos
y vamos desentrañando
a golpe de pluma
las hojas blancas o cuadriculadas
donde con la fuerza de un buril
hacemos un boceto,
luego,
hacemos rasguños con devoción
hasta encontrar las imágenes
que nos lo dicen todo...
o que nos lanzan verdades dolorosas
como pedradas en el rostro.
Contaminamos el silencio
de la hoja en blanco
para gritar con palabras inútiles
que no alcanzan,colección de frases,
sedimentos de aventura,
frágiles mariposas
que no saben volar.
Ya sé que padecemos
esa hambre y ese llanto
que encuentra su destino
en el alivio de escribir,
no importa cómo,
no importa cuando,
ni el porqué...
Ya sé que tu risa y la mía
sólo son... ecos del ayer.

SIEMPRE.

… vamos envejeciendo, cada día un poco más, inevitable corre el tiempo en nuestra contra, es como un correr queriendo dar marcha atrás pero caminando hacia delante, hacia el abismo de la vida que no sabemos a donde nos llevará., qué puertas nos hará cruzar, qué escalones habremos de subir y que montañas escalar.
Y soñamos, quizás como nunca antes lo habíamos hecho, quizás porque no teníamos esas ansias de hacerlo, quizás porque nunca nos paramos ha hacerlo… Sueños más o menos hermosos, algunos llenándonos de inquietud, de desasosiego, de incertidumbre… porque no todos los sueños son hermosos, algunos se nos escapan entre las nubes de ese otro yo al cual no vemos pero que sabemos que está ahí, siempre está…
Y piensas, aún cuando tienes los ojos cerrados, -porque es inevitable el hacerlo- que te gustaría despertar de nuevo a otro amanecer dejando atrás todo lo gris de la vida, todos los sinsabores que nos deja mientras caminamos.
Todo se hace tan espeso, tan frío, tan áspero, se te hace en la garganta un nudo y no puedes articular palabra alguna, ni tan siquiera puedes respirar, menos aún suspirar…
Entonces es cuando deseas hacer el viaje que jamás has hecho, un viajar largo, sereno, sin prisas; mirándolo todo, no perdiendo ni un matiz, ni un detalle de todo lo que te rodea. Fluyen mil y una sensaciones, mil veces mil, volver a caminar por donde lo hiciste antes, pero ahora es distinto, no hay oscuridad, ni sombras que te acosen ni te acechen desde lejos o cerca; sólo bienestar, sonrisas, risas hasta que te duela la mandíbula… sin ninguna lágrima que debas de dejar correr por las mejillas, sin una lágrima que secar tanto tuya, como de otra persona querida o no, porque todos merecemos ser felices…SIEMPRE.

¿SOBRAN O FALTARON PALABRAS?

Cuando sobran las palabras,
cuando no se dijeron cosas...
No sé si es intuición
o simplemente un instinto,
ahora te pido que escuches,
es una canción para recordar.
Tus días empiezan con música,
los míos con enfado.
Aquí unas bromas y unas sonrisas
para intentar darle color a lo incómodo.
Cuando los silencios son muy largos
las distancias se tornan eternas,
estoy enfadada de andar sola,
de no poder cantar a la luna.
¿Sobran o faltaron palabras?
Sé que sobreviviré, es mi instinto,
mi orgullo el librar esta batalla y seguir,
buscar otra nueva guerra donde pueda
jugarme de nuevo la vida
y entre batalla y batalla,
déjame curar las heridas
pero... a solas,
reflexionando delante del tiempo.

¡SON MUJERES! NO LO DUDÉIS.

Voces que susurran
dulcemente a través del viento,
delicadeza en sus manos,
sensibilidad en sus cuerpos.
Ese toque especial
que todas ellas saben darle.
Mujeres se llaman,
son... mujeres de verdad.
Luchadoras por naturaleza
para cambiar una cruel realidad.
Tras esa aparición dulce,
tras esas finas voces,
debemos de saber todos
que todas ellas son guerreras.
Intentan sobrevivir,
desesperadas gritan...
¡no nos queremos morir!
La melancolía y el sufrimiento
son todos los dias sus sentimientos,
tan sólo miran al cielo
para rezar y susurrarles al viento...
que les devuelvan eso con lo que nacieron
y que ahora algo quiere arrebatárselos.
Mujeres son, no lo dudéis,
¡mujeres de las de verdad!,
que nada les pongan cadenas
a su vida y felicidad.

EN LA PIEL DE MIS CAMINOS.

Si quieres surcar mi cuerpo
sobre las iluminadas autopistas,
despójate de todo
y avanza a todo lo largo que eres
sobre mi.
En la piel de mis caminos
no existen límites de velocidad
tan sólo la destreza que tengas
sobre las curvas más densas del camino.
Con los ojos abiertos y encendidos
deberás de recorrerme,
descubrir tras puertas y ventanales
el perfume de mis jardines ocultos.
Pudiera ser que te asalte el aroma
de las huellas en la noche ,
las plantas carnívoras te arrastrarán
hasta que suplicante, termines aullando.
A ti entonces,
te enseñaré a desear mi terreno
y el abismo donde despeñes
todas tus astucias de navegante.
En el placer infinito por minuto
de nada te servirán los frenos,
es mejor que te rindas
cuando cruces las avenidas
donde vagan sueltas
las fieras salvajes
de mi cuidad encendida.
Irás de un extremo al otro
descalzo y desnudo por
todos los rascacielos de papel
que escondo bajo mi espalda.
Indefenso como un recién nacido
vagarás por mis rodillas.
el cuerpo de mujer es sin lugar a dudas
un acertijo siniestro donde poder estallar.
Podrás sucumbir antes de subir la última colina
y caer sin remedio de bruces sobre el ombligo.
Pero si te atreves a cruzar
sobre mis iluminadas autopistas,
aún cuando me lo implores
no te lo concederé.
Te doy mi palabra,
no te mataré.
El placer será compartido...

ARRASTRANDO LOS AÑOS.

Arrastro mis años como aquellos sus largas túnicas sucias por el polvo que a ellas se les agolpó, como si fueran todas las cosas pasadas. Los años ya se van alejando...
Y tan sólo me quedan ya unos cuántos más, como ovejas impredecibles cuyo sonido me hace un sin fin de interrogantes.
Hay personas que me preguntan si conozco los signos que alumbrarán su existencia; si puedo adivinar la huella que dejará mi voz en el sendero donde se agolpan los augurios.
Los ecos quedarán tan sólo donde se guarda escondido el viento cuando éste... calla.
A menudo me envuelve la tosquedad del manto que se aferra en mi de la tristeza.
Me da miedo, tanto miedo... y me aterra la idea de que los años que aún me quedan por vivir, no tengan una brizna de alma; años en los que me parezca que el tiempo sea más importante que nosostros mismo, más que el hombre y la mujer.
Tal vez la posibilidad de que caiga el olvido sobre la calidez de las cosas más sencilla, es lo que hace que yo sufra aún más; el que perdamos por el camino la insuperable dulzura de la piel, el amor, la furia, el deseo, las ansias y la soledad buscando siempre a alguien que la libere del cruel silencio.